Piscina del Oeste

13,00 Impuestos incluidos

Ágata Navalón

Categoría:

Descripción

PISCINA DEL OESTE
Ágata Navalón
Madrid, agosto de 2024
Colección Poesía, nº 96
86 páginas, 14 x 21 cm.
Rústica con solapas
ISBN: 978-84-127239-8-4
Precio: 13 euros (IVA incluido)

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EL LIBRO:

Un libro que habla de la sencillez, de la riqueza de la multiculturalidad, de la pertenencia a una ciudad que se sostiene gracias a todas ellas. Es el atrevimiento de una poeta que escribe lo que todo el mundo piensa y chismorrea en patios o redes sociales. Ágata, de frente a las vidas que se tocan, observa y anota. Y luego nada.

Se trata de una cadena de historias cargadas de ironía que te engancha hasta el último día de piscina. Una oda a la vida de una mujer de barrio que consiguió llegar y salir de él voluntariamente. Orgullosa de sus orígenes, que solo agacha la cabeza para escribir, que espera en la Piscina del Oeste a su amado y a que la leas.

YSA CRUZ

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POEMAS:
(extracto)

APERTURA

La ciudad es un sueño colectivo,
un por-venir siempre entre la grúa y sus habitantes,
agarrando fuerte los días con la pala, el cubo de playa y las conchas
que se pueden encontrar entre los escombros de las promociones de viviendas,
el carril, la bicicleta, un hueco donde aparcar.
Los coches son testigos fijos como las cámaras omnipresentes.
Los niños corren, gritan, ríen en cualquier lugar,
también en los parques sucios con sus palomas grisáceas de polvo.

La ciudad es vida entera de destino,
ciudad que mancha sangre junto a mi sangre que también derramo,
me agacho y la recojo, llevo una bolsa de plástico verde,
como las que llevan los dueños de los perros,
hombres y mujeres que aman perros.

Yo amaba la sangre que expulso ahora,
la amaba, la he amado, creo que ya no la necesito y se me cae.

No quiero manchar mi ciudad con mi sangre.

No quiero mancharte a ti, hombre al que creo que amo con mi sangre,
y rezo para conjurar una fórmula que cambie este hecho y en la que se pueda leer que no hay hemorragia perpetua.
Entre las grúas y los perros,
los balcones de ladrillo y el agua que expulsan los cuerpos
sentados en las sillas de plástico,
los muslos pegados a la ralladura manchada de alioli, y los aparatos inteligentes sobre las mesas.
Están también los hijos de la sangre que hilan
futuras hemorragias y se agarraran a las ventanas

de los séptimos,

con bailarines colgando en el ruido
de esta ciudad que hierve.

Vidas salpicando a 45 grados entre ruedas de monopatín y pasos de cebra.

Los semáforos se sienten ángeles e iluminan el camino
de asfalto tatuado de gomoserrina y colorante,

líneas de vida urbana,

entre los contenedores de reformas y las superficies enceradas.

¡No te escurras!

Esta ciudad es una pista de patinaje sin hielo.

No es tan difícil porque al final siempre te quedarán los veranos y la Piscina del Oeste.