Lección de tinieblas

14,00 Impuestos incluidos

José Kozer

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Descripción

LECCIÓN DE TINIEBLAS
José Kozer
Madrid, junio de 2021
Colección Poesía, nº 56
120 páginas, 14 x 21 cm.
Rústica con solapas
ISBN: 978-84-123325-6-8
Precio: 14 euros (IVA incluido)

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EL LIBRO:

José Kozer fue galardonado en 2013 con el Premio Iberoamericano de Poesía «Pablo Neruda» que concede el Gobierno de Chile en reconocimiento a toda su trayectoria. Al argumentar el fallo del jurado internacional, Roberto Ampuero, escritor y ministro de Cultura de Chile, señaló: «Su vasta y distintiva obra destaca por su capacidad innovadora, su pasión y fidelidad a la tarea poética (…). En sus libros se mezclan las voces de sus desaparecidos y las de los habitantes de la casa. A veces, la Cuba presente, a veces los ancestros judíos. Es un mundo deshilachado que ha perdido su arraigo. Es el lenguaje del exilio y sus vivencias entrañables».

En esta última entrega de poemas inéditos hasta la fecha, vuelve a demostrar su maestría lingüística. Poemas que anuncian el fin del tiempo, la cercanía de la muerte que se toma con sorna escribiendo el anuncio de su epitafio: «En todo se ciscaba salvo la música de Bach, / poemas de San Juan, / Vallejo, la risa de / Rabelais, sabiduría / de Montaigne, Basho / desaliñado […]». Una vuelta de tuerca más a su escritura, que algunos críticos han denominado «neo-barroca» y de la que él no ha renegado nunca. Poemas en espiral que se van agarrando a la conciencia como una enredadera de sabiduría, referencias culturales, azares cotidianos, recuerdos familiares, sin perder nunca su interés por lo espiritual ni por ser incómodo. La rebeldía de un poeta anárquico y barroco en su sintaxis. La obra más actual de uno de los grandes maestros vivos de la poesía escrita en español en el siglo XXI.

POEMA:

LECCIÓN DE TINIEBLAS AL FILO DE LA MADRUGADA

En sus años finales, dormido a fondo o quizás
a medias, tal vez en
un fondo a fondo
desvelado, se hacía
(oía) discursos
(parlamentos) de
impecable lógica,
belleza inimaginable,
sucesión de ideas,
música de las
esferas, imágenes
inusitadas en armonía
con cuanto a todo lo
largo de una existencia
amó.

En todo se ciscaba salvo la música de Bach,
poemas de San Juan,
Vallejo, la risa de
Rabelais, sabiduría
de Montaigne, Basho
desaliñado (derrengado)
caminando (componiendo)
rumbo norte, con Saigyo,
en Yoshino: la idea de
fraternidad (la libertad
es un asunto personal;
la igualdad inexistente)
y luego ciertas
conversaciones con
su mujer, el amor a
sus hijas, Buda y la
compasión. No se
ciscaba en ciertas
complejidades que
a la postre, como
paralelas que se
juntan en un punto
que no es infinito
resultaban de
insoslayable sencillez:
así, el Paraíso es
asequible, ciertos
atardeceres,
amaneceres, ciertos
azules o anoche
mismo (¿en el sueño?)
la luna creciente y una
estrella única (ínfima)
rutilante en el
traqueteado (ordinario)
cielo de la Florida.

Oíd el ruido de los bosques en santidad.

La trementina rezumar, las agujas del pino
desprenderse, la tierra
de flor de cerezo
alfombrarse unas
horas, ved morir
un esbozo de
inenarrable belleza
en la Virgen y el Hijo
en su regazo: la carne
tatuada de un oscuro
mendicante, la pupila
de un desconocido
reconocer a quien
va montado en un
pollino al entrar en
la Ciudad: pencas,
ramos y resurrección.

Comprended la felicidad de Han Shan
componiendo en las
rocas, viendo caer
la lluvia desde una
ventana ubicada en
la cocina donde
Jittoku prepara la
verdura del día,
justa cantidad a
consumirse por los
trescientos monjes
del monasterio.

Resistió la tentación de quemar sus escritos,
primero porque no
era Savonarola o
Hitler, segundo
porque la escritura
o su destrucción
era por igual
intrascendente.

Morir, vio, era la lluvia (escampa). Oír la risa del
pájaro conversar con
el aire o su reflejo en
el agua (remonta).
Entrar de lleno en
el sueño donde
la luz y la tiniebla
se desconocen,
desconocen imágenes,
ideas, perfección,
imperfección: nada
que auscultar, constatar.
Una palabra lleva a otra,
el Paraíso es dormir
(Akutagawa): donde
la carne muere muere
el tatuaje, donde la
nave se vuelve aserrín
muere el molusco que
horada cuadernas,
mástiles, toda madera.