Descripción
ANIMALES DE PALABRAS
Rafael Falcón
Madrid, septiembre de 2022
Colección Poesía, nº 74
86 páginas, 14 x 21 cm.
Rústica con solapas
ISBN: 978-84-125342-5-2
Precio: 13 euros (IVA incluido)
* * *
EL LIBRO:
(En lugar de prólogo)
ESCRIBO, como tantas veces, con la misma dedicación que un niño escarbando en la tierra. Obstinación, no entusiasmo. ¿Qué hace ese niño allí, lejos de todos, tan ensimismado en su tarea, animal de madrigueras?
La luz no es la misma que cuando hincó las rodillas en el suelo. Tiene las manos tan sucias que ya no es sensible a las texturas de polvo y gravilla en su piel. Sus uñas están destrozadas, pero sigue hundiendo los dedos en el hoyo. La tierra, cuanto más profundo, más se resiste a deshacerse bajo la fuerza de sus dedos. Ha excavado tanto y tan hondo que imagina la posibilidad de seguir un poco más, hasta poder meterse dentro, abrigo, escondite, tumba. Está habituado a ver toperas en el naranjal y pasa mucho tiempo visualizando las galerías interiores por las que circulan los topos ciegos, decididos, rápidos. Siempre puso su mirada más allá de lo visible. Montañitas de tierra fina, como hormigueros, repartidas por aquí y por allá en el campo que rodea su casa.
POEMAS:
(extracto)
I
Georgia O’Keeffe mira la luna
a través del agujero obturador
de la pelvis de una vaca
en algún lugar del desierto
de Santa Fe, Nuevo México.
La circunferencia lunar se aprecia completa,
ligeramente descentrada sobre un azul limpio.
Cuesta distinguir las formas cóncavas,
las texturas matéricas del tejido óseo.
Pero no importa.
Lo relevante son los bordes,
perímetro con forma de haba,
saco amniótico que contiene la mirada,
agujero obturador de una vaca muerta
quién sabe cuándo,
ventana que deja entrar la luz.
Tal vez debamos imaginar el cuerpo de Georgia,
tendido de medio lado,
pelo ceniza recogido en un moño,
su fina piel tostada y cuarteada
como la tierra que eligió de abrigo,
obstinada en no dejar de ser niña,
mientras guiña un ojo para mirar la luna
y ofrecérnosla.
Eso hago ahora.
Conduzco al sur,
atravieso Despeñaperros
mientras busco un lugar donde tumbarme,
un hueco desde el que mirar.
Tú eres la luna,
hierba que crece en el intersticio.
El poema,
obturador,
rumia su hendidura.
* * *
XXVIII
Dijiste, ten paciencia,
los equilibrios no se restablecen ipso facto,
un cuerpo no acepta revoluciones,
transformaciones abruptas,
saltos evolutivos.
Dos cuerpos,
tampoco.
Paz. Ciencia.
Desde donde estoy
no alcanzo a verte y
tú no necesitas mirar
para saberme vivo-muerto.
Tendrás que hacerte
cargo de mis restos,
dos cuerpos viejos en
movimiento,
homeostasis o revolución,
cuerpos inquietos, revoltosos,
cuerpos en busca de concierto,
impacientes, temblorosos,
arañados, frágiles nuestros cuerpos,
manchados de dibujos rotos,
estrías de memoria
de otros cuerpos.
Paz.
Ciencia.
Observar lo que pasa,
escuchar lo que queda,
como si nos estuviera permitido,
aún,
confiar en magnetismos naturales.
Un cuerpo que tiende a otro cuerpo.
El amor es otra cosa,
Rostro, carne, huella,
escombros de otro cuerpo,
martillos abrasados de silencio.
Vale,
el amor es otra cosa,
cuerpos avanzando hacia otro
cuerpo, lenguas al asalto inundando
las heridas de otro cuerpo.
Haz el bien siempre que puedas
(lengua, cuerpo, lengua),
el mal solo si es necesario.
El amor es otra cosa.
Náufragos de vocación
morirán nuestros cuerpos,
en un huesario acabarán
nuestros restos,
en la memoria de nadie
pervivirá nuestro cuento.
* * *
ANIMALES DE PALABRAS
(Canción)