Otro mar, otro suelo

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Nilo Palenzuela

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Descripción

OTRO MAR, OTRO SUELO
Nilo Palenzuela
Madrid, enero de 2022
Colección Poesía, nº 66
88 páginas, 14 x 21 cm.
Rústica con solapas
ISBN: 978-84-123989-6-0
Precio: 13 euros (IVA incluido)

* * *

EL LIBRO:

Texto largo en la estirpe de algunos poemas escritos hace un siglo, como The Waste Land (1922), de T.S. Eliot, Otro mar, otro suelo constituye un viaje que parte del Este, desde la isla La Réunion, en el océano Índico, y desde el Atlántico y las islas Canarias, para promover un encuentro con diversos entornos africanos. Consciente del vértigo y la caída de las utopías en este tiempo y del vínculo de lenguas y pueblos en un espacio globalizado y en crisis, aquí se entrelazan imágenes y voces de músicos, fotógrafos, seres diversos, escritores antiguos y modernos, paisajes africanos o europeos. Se trata de un viaje que no sigue la ruta hacia el oeste emprendida por el Ulises homérico —o del precursor canario, Tomás Morales, en Las Rosas de Hércules (también de 1922)—, sino que, nacido del inferno y del círculo atlántico, agita la memoria europea mientras vislumbra figuras, plantas, aves, rituales o mausoleos, de Mali, de Ruanda, de Mozambique, de Zanzíbar, de la antigua Villa Cisneros en el Sahara.

En una dispersión fragmentaria de lenguas e iconografías europeas y africanas se zambulle una memoria que es también la de la vida y el tiempo del poeta. Todo se expone ante el lector a sabiendas de la fragilidad del verso, de la prosa, de los ritmos distintos que atraviesan las palabras. La vertiente oral aprendida en la poesía norteamericana contemporánea y el diálogo de voces en un mismo poema tomado de la tradición anglosajona, coinciden ahora con un largo aprendizaje en la poesía vanguardista francesa. El poema, de siete secciones, más allá del vínculo establecido con unos y otros, desvela que la poesía busca la errancia para subsistir y promueve una oralidad que se aleja de pautas clásicas para hablar de forma cercana en la dispersión babélica del presente.

Otro mar, otro suelo es probablemente el primer poema largo en español que, si reconoce la dirección expansiva de la cultura europea hacia el Oeste, avanza en dirección contraria, entre imágenes, ritmos y palabras, que se desplazan, como los transeúntes sobre el Puente de los Mártires, por los espacios africanos. África, como la poesía, se resiste a la uniformidad y a la globalización, a la pérdida de las diferencias.

POEMAS:
(extracto)

Diablos, las hormigas se van
ahora que se aleja el horizonte
o se pierde
—somos, dices, los lugares donde hemos estado,
la piel,
este saludo fugaz, este visto y no visto.
El alacrán amarillo que sale de la arena,
el viento que trae la calima
allí donde hemos estado,
pies que danzan,
¿hemos estado aquí,
hormigas rojas,
como gacelas y avestruces,
hemos estado
a este lado del desierto?
Ah, esos rostros, esos rostros.
¿Lo que viste?
¿Lo que no viste?

*

¿Ves este otro lado
del continente, de este mar
de costeros, con chalecos azules? ¿O es otro
el mundo? : ¿cientos de tiburones
aguardan la marea?
Ah, la ropa,
los encuentros, las latas derramadas
con su hilo de aceite y sangre,
los peces en el arrecife
sin atreverse a entrar:
Filaos y pájaros.
¿No viene a Las Américas
el windsurfista de Saint-Leu
que huye del ciclón
y de los tiburones?
La poesía es distinta,
gusta reconocer el camino
inverso, se alonga ahí, al otro lado
del continente, qué importa si sale
del fondo de Mafate
o es la gran isla bajo el continente,
un cráter proveedor,
un piton de la Fournaise,
las cañadas del Teide,
—ahora solo recorridas por ratas
y mariposas—. Un aviso,
otro peligro, un viento
sin fin, quizá una montaña,
estas islas de volcanes,

la sombra de quienes huyeron, negros, rumberos, campesinos, hijos de colonos hoy en camiones repletos, en guaguas, con pinta de zoreils, sombríos, ¿cruzan las fronteras, o siquiera lo intentan? ¿No comprenden? ¿Comprendemos desde este lado del continente, desde otro océano? Las nubes bajan del Púlpito hasta La Laguna, son las mismas que cruzan sobre el Piton des Neiges y la Montagne Pelée, acaso la misma que desciende por el Níger mientras el pájaro de cola de paja huye y mira.