La vida no basta

13,00 Impuestos incluidos

Juan Pedro Fernández Blanco

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Descripción

LA VIDA NO BASTA
Juan Pedro Fernández Blanco
Prólogo de Ana Agustín
Ilustraciones de Yoshihiro Nakashima e
Isabel Fernández Blanco
Madrid, junio de 2024
Colección Poesía, nº 93
92 páginas, 14 x 21 cm.
Rústica con solapas
ISBN: 978-84-127239-5-3
Precio: 13 euros (IVA incluido)

* * *

EL LIBRO:
(Del cierre)

Esta ausencia que nos hace compañía, este libro de agua que da testimonio de una pasión lacerada por la intensidad fugaz de un sueño, el de quien se conjuró con la conciencia solar de una fraterna luz, la que funda en cada persona el mandato de la felicidad como único bien que debería ser amado. Juan Pedro Fernández Blanco fue un milagro civil de la palabra, un poeta portador de todos los asombros con que la voz de la poesía intensifica y ennoblece la experiencia humana; la delicadeza de su huella moral en la asamblea de los soñadores; una generosa calidez ante las desventuradas intemperies de su época y el categórico desafío que, frente al constructo de la tristeza, hicieron de su teorética mirada sobre la paradójica realidad una conmovedora vivencia poética, la casa celeste de su pensamiento donde la bondad y lo misericordioso habitaron junto a lo bello y lo justo. Ante los humildes, entre los enamorados, dio Juan Pedro voz a los desapercibidos durante la travesía, hizo visibles a los que habitan el interior del olvido, esa zona errónea de la memoria donde permanecen insumisos a toda capitulación los sueños pendientes de ser soñados, y junto a aquellos dio testimonio de admirable conmiseración. Ese fue el territorio de su virtud, el de las prudentes ensoñaciones del habla y la escritura, el ético y amoroso discurso de la dulzura y la piedad frente a los actos de fuerza, la hermandad de los solos a la espera de las revelaciones de lo absoluto. No el que llora hasta entibiar las nieves del infinito, sino el que sin vacilar establece alianza con la fidelidad a un destino, el don del fuego espiritual como identidad compartida con el misterio de lo transcendente durante la noche oscura del alma. He aquí los versos de un corazón iluminado por el relámpago, la llama viva de su amistad con la promesa viva de los astros, la del poeta que ante ninguna herida indiferente se hizo parte en todas las vicisitudes del dolor ajeno. Turbado por el saber de lo ignoto y las utopías de la bonanza, ya perdurablemente intuido en lo que siempre fue, en lo que era su compasiva presencia ante la orfandad del universo, su poesía, su manera de estar en el mundo, la de un ser de luz en las imperecederas cavernas del sentido.

Juan Carlos Mestre

POEMAS:
(extracto)

TORRENTE DEL PASADO

Estos versos son tuyos,
torrente de agua,
que atravesaste días oscuros,
que con tus arrojos primeros,
aquellos días, labraste
tan abrupto cauce,
y que ante todo
has llegado hasta aquí
para caer como cascada
sobre esta límpida charca
en la que ahora yo bebo
con victoriosa delectación.

Con esta agua,
que cae con ligereza
por mi garganta,
te compensas
de la escabrosa oquedad;
y tus avances
por el desigual cauce,
me resarcen a mí,
me resarcen de tanta sed
de este tiempo pasado.

* * *

SEMILLAS

Sembrado ya el amor
del poema, las sílabas
exactas, la generosa
dolencia del lenguaje.

José María Muñoz Quirós

Siembro la simiente sobre la limpia página,
fecundos dominios para la inspiración.
Semillas de experiencia caen geminando en palabras.
Su néctar mancha la hoja con negrura luminosa.
Poco a poco se dibujan contornos reconocibles,
se registran palabras en el pulso con la vida,
palabras necesarias para la siega.
Entre buena mies surge broza
vocablos inservibles para la voz de la poesía,
que son recluidos a los límites del papel
y caen en el abismo sacrificados,
donde el tiempo no los nombra.
Poco a poco brotan metáforas,
ritmos y sonoridad brillarán como vergel.
Versos sabrosos y sensuales son la cosecha,
ya la sabiduría del tiempo, atenta a la recolección,
decidirá cuál de aquellos disfrutará
de permanencia en la luminosa alacena de la historia
en la que nadie termina de saciarse.

* * *

AVIONES DE PAPEL

Devuélveme aquellos amaneceres,
cuando madre nos abría las ventanas de la mañana
y quedaba inaugurado el verano.
¿Recuerdas?,
el trino de los vencejos prendido en sus pestañas
nunca nos miró de manera tan bella,
rompían sus besos salinos contra nuestra frente adormilada,
mientras nuestras ilusiones cabalgaban por el horizonte más lejano…
¿Escuchas? Son los vencejos,
aviones de papel sobre un azul crayón,
nos lazaban paquetes de tebeos,
nos proveían de tardes sin final,
terminábamos con las rodillas contra el pavimento,
¡Arriba! Y vuelta a empezar…
Eran mañanas de rocío entre las sábanas,
fantasiosas tardes de dulce aburrimiento,
cuando en bicicleta escapábamos de los deberes del colegio.
Éramos proscritos de la siesta por ser huérfanos de sueño,
y dormitaba, en las alcobas del futuro, nuestra lujuria del deseo.
Devuélveme aquellos amaneceres
y el escuchar de nuevo
la nítida verdad que anida en el vuelo del vencejo.