Música

12,00 Impuestos incluidos

Pablo Martín Coble

Categoría:

Descripción

MÚSICA
Pablo Martín Coble
Madrid, marzo de 2021
Colección Poesía, nº 51
90 páginas, 14 x 21 cm.
Rústica con solapas
ISBN: 978-84-123325-1-3
Precio: 12 euros (IVA incluido)

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POEMAS:

HERBARIO

Esta tierra me oye regresar con las suelas de corcho, entre hojas silvestres y especies no catalogadas. Saco mi cuaderno de apuntes y constato: un antes, un después, si es que el paso del tiempo fuese algo que existe.

*

Mi recuerdo es oscuro. Nada está en su sitio. Hace muchos años de la última vez y la memoria es una escocedura, no un dolor calificable, y complica la tarea, mucho más en botánica, donde hay cosas que suceden al azar en los átomos.

*

El árbol del amor crece en un beso constante, cada vez más amor hasta la muerte. La mimosa retráctil, la acacia espumosa que se esconde al tocarla, temerosa de otro desengaño. La dulzura de las plantas carnívoras, dibujada en las hojas más tristes de mi herbario.

*

Son otras las costas que un día visité. A veces la erosión u otras fuerzas de la geología son más rápidas de lo que imaginamos. El paso de una sola vida es suficiente para todo el olvido. Ha sido necesario repasar mi cuaderno de notas para hacer un simulacro del recuerdo. Lo único inmutable es este olor de algas del terciario.

* * *

ÓLEO


¿Quién duerme en esa casa que está en el horizonte?

Dudar es la frontera de una idea
que nunca se ha tenido.

En mitad de la línea,

norte y sur son inútiles para verificar
qué lado es más sincero.

Esa casa no está deshabitada,

tiene el placer y el daño de lo desconocido,
el aire que transita por las habitaciones.

Con unas pinceladas se ha quedado en la bruma.

Dentro se ven tendidos
unos lienzos en blanco.

*

II

Tus hermanos mayores consultaban el almanaque de los rebaños, podaban los olivares antes de que la primavera resolviera la ecuación del frío, quemaban las zarzas de las caceras con vinagre, fumaban dentro de sus camisas, calmaban con aceite de ricino el dolor de la peritonitis.

Un día el capataz se marchó a buscar mineral extranjero, se llevó su rifle y su radio de galena, en el barco pinchaba emisoras incomprensibles, le dolían los huesos lejos del centro de la tierra. Llegó a la puerta de las siete ciudades, se escondió en las tripas de un caballo de año nuevo, descubrió la belleza de las sobras.

Tus hermanos pequeños fueron engendrados con las gotas de plomo que unían las maderas de las cajas de fruta, se subían por parejas en el lomo de los perros guardianes, rompían sus rodillas en las montoneras, se morían al sol sin que nadie se acordara de ir a buscarlos.