El largo día de la noche eterna

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Raúl Romero Altares

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Descripción

EL LARGO DÍA DE LA NOCHE ETERNA
Raúl Romero Altares
(Cuadros del propio autor)
Edición y prólogo de Antonio M. Figueras
Madrid, noviembre de 2020
Colección Poesía, nº 48
68 páginas, 14 x 21 cm.
Rústica con solapas
Edición ilustrada en color
ISBN: 978-84-121590-8-0
Precio: 12 euros (IVA incluido)

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EL LIBRO:

FUERA HACE FRÍO
(Prólogo)

El 30 de abril de 2020 se cumplía el séptimo aniversario de la muerte del pintor Raúl Romero Altares. Decidió partir a la otra orilla el día de su cumpleaños. No hubo tarta con el número 58. El 30 de abril de 2020 España se debatía en su eterno duelo a garrotazos: guerra de cifras, de aplausos y cacerolas, de bulos y perfidias, tirios contra troyanos, Resistiré, Bella Ciao, El novio de la muerte… Esa España esperpéntica que tanto le dolía. Algo negro hubo siempre en la obra de Romero Altares, en la pictórica, pero también en la póetica, más emparentada con Goya que con los Stones.

Reconocido como pintor, sus versos dormían agazapados, en el reverso de algunos de sus dibujos, en bocetos inacabados, en cuartillas desordenadas. Fundamental para su recuperación ha sido el esfuerzo de su viuda, Victoria Martínez.

Raúl Romero Altares nace en Madrid en 1955, y se inicia de niño en el dibujo y la pintura, artes que le acompañarían hasta el final de su existencia. Los rasgos que definen sus constelaciones de experimentación aparecen también en su hasta ahora inédita obra poética. Pinta y escribe para adentro, muchas veces de manera hermética. Está atormentado pero le cuesta compartirlo. Le consumen los fogonazos de su cerebro: depresión crónica, trastorno obsesivo compulsivo. Como tantos otros artistas. Para siempre.

Se licencia en Bellas Artes (Universidad Complutense de Madrid) y en poco tiempo comienza a dedicarse a la docencia. Exposiciones, buenas críticas en prensa… viaje al centro del mundo del arte, pero le duele el vacío. Colabora como escenógrafo en espacios dramáticos de TVE, como A Electra la sienta bien el luto. La formación clásica, el conocimiento de la cultura grecolatina, queda evidente en sus versos. Pero también bebe hasta el último trago de la tradición española.

Pronto decide confinar sus creaciones en el anonimato. Por pudor, orgullo, miedo u obstinación (o un poco de todo) evitaba mostrarle al mundo sus obras, una colección que se descubrió tras su muerte. Comienza el siglo XXI abocado a buscar cada vez más dentro de sí mismo: genial e introspectivo, poseído por un furor creativo. La buhardilla en su casa de Peguerinos acoge desde 2004 sus pinturas y también sus poemas. Era libre para pintar, para buscar nuevos cauces. Así acometía su creación poética. Desde el más absoluto de los eclecticismos.

Pintura y poesía son anverso y reverso de la misma moneda. El artista no puede evitar los fantasmas: una infancia complicada, marcada por la muerte prematura de su hermana y los apuros económicos. Sus versos son tristes, fatalistas, impregnados de humor negro y una visión del ser humano indefenso en un mundo cargado de peligros. Es obsesivo hasta la médula: muerte, dolor, abandono y soledad perviven en su paleta y en los poemas. «Fuera hace frío», solía decir. Pero no había refugio que consiguiera calmarle.

ANTONIO M. FIGUERAS

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POEMAS:

AUTOPSIAS QUE SE ACUMULAN

A mi padre

Raúl, no eres fuerte.
Austero, espartano,
cenobita,
dispuesto a duelos
por causas imposibles.
Bizantino y asceta,
tus gatos te traen informes
de las sombras,
de otros estados pequeños
e infinitos.
No entiendes de muertes vanas
y las autopsias se te acumulan:
de tu morgue de cosas
no hay inventario posible.
Y tendrás todo el tiempo del mundo
para descifrar la encubierta verdad
en las palabras de lenguas estranguladas.
Humanista que pretende
ser padre universal.
Nadie disfruta de tus imperios.
Metafísico también,
rebelde, nada te satisface.
A lo lejos te vigilan
vulgares soldados,
valientes y tímidos.
¿Por qué te buscan?

*

CÓLERA DE DIOS MUERTO

Homenaje a Castelao

Dolor de puro dolor, de arma que atraviesa, de voz armada de silencios.
Dolor de todos, de todo, de lágrimas secas que no son marinas.
Lágrima herida de vela triste por tanto fuego. Insípida cera.
Semen estéril
que se ofrenda, por el dolor de una vela, a la llaga pintada, rota
por la granza. Púrpura por el dolor de un homenaje.
Llanto. Cólera de Dios herido en lo profundo. Dios muerto,
hijos compitiendo por la herencia del padre derrotado,
hijos de un padre mudo, de un Dios antiguo.
Pugna eterna, pugna de guerra.
Marte secó el orín de tus cristales,
cegados, opacos, sin fondo. Ni mar ni conciencia.
Edipos, reyes deambulando por la noche, sin luna.
Solo, con tu Dios de guerra, Dios de cólera, airoso.
Comercias con una virgen de pechos secos el tiempo de los tuyos.
Tu botín es el presente, has vendido todas sus criaturas.
Este hogar no es de vencidos,
es un reino segado, cicatrizado.
No ondea bandera ni trigo ni mar.
Aquí se erradicó el huracán,
aquí no hay dolor.
Sangre seca
hace mucho.
Es una tinta,
huele a benceno,
a éter.
Es papel,
una impresión.
Una huella,
una causa,
otros,
frío.